Antes de comenzar este articulo quiero aclarar que no soy una experta en deportes ni tampoco una nutricionista, solo vengo a compartir mi historia y hablar sobre cosas que me han funcionado para cambiar mi estilo de vida a uno no solo más saludable y activo físicamente, sino también mucho más espiritual y sano mentalmente. Por favor, consulta a un especialista para que te asesore en tu alimentación ya que es algo delicado.
Primero debemos remontarnos a principios del 2017, cuando decidí emigrar a Argentina desde Venezuela. Por aquella época no hacía nada de ejercicio, pero en Venezuela tampoco me alimentaba da mala manera, aunque si tenía ciertos hábitos poco sanos como tomar muchas gaseosas. El problema comenzó cuando llegué a Buenos Aires y me volví loca saliendo a comer todas las semanas a la calle. Realmente salir a comer en esta ciudad no es tan costoso y hay mucha variedad de restaurantes y bares en donde puedes encontrar cosas realmente deliciosas. Todo ese año estuve comiendo tan mal que llegó un punto en que ver una hamburguesa ya me repugnaba, y aunque no subí de peso porque soy muy delgada y tengo el metabolismo muy rápido, si me salió pancita y no podía subir ni dos escaleras porque ya me cansaba. Me veía como uno de los aliens de Hombres de Negro, algo así:
En 2018 decido que debo hacer un cambio en mi alimentación y comienzo a investigar. Me inscribo en el gimnasio y comienzo a ir, pero realmente no sabía lo que estaba haciendo. Seguía algunas rutinas en Instagram o YouTube, pero primero, no estaba disciplinada con la alimentación y segundo no sabía cómo trabajar bien las diferentes partes del cuerpo. Estaba más perdida que el hijo de Lindbergh. Comencé a hacer cambios poco a poco, pero no eran suficientes y no veía resultados, por lo que ocurrió lo que le pasa a la mayoría de las personas: lo abandoné.
En 2019 a mediados de año vuelvo a retomar el gimnasio y esta vez me inscribo en uno que es de solo mujeres en donde una entrenadora me ayudaba con mis rutinas. Me sentía mucho más cómoda allí sin tener que estar lidiando con que se me acercaran hombres a intentar coquetearme e hice amistades que me motivaban. Conocí múltiples ejercicios, aprendí a usar las máquinas y a como trabajar los diferentes músculos del cuerpo. También hacia las rutinas de ejercicio de Silvy Araujo en Instagram (mi gurú del fitness) y aprendí a emplear bien las técnicas. Pero luego ocurrió algo: me mudé de donde estaba y tuve que abandonar aquel gimnasio increíble. En el nuevo barrio, a las afueras de la ciudad, no encontré otro lugar donde me sintiese a gusto. Lo intenté, pero no me motivaba ir a esos gimnasios demasiado grandes y mixtos, ya que algo que me gustaba del otro era la intimidad y la poca gente. Así que nuevamente lo abandoné.
Entramos en el 2020, y pasé por diversas situaciones personales que me hicieron descuidarme a mí misma en todos los aspectos de mi vida. Lo único que hacía era trabajar de lunes a lunes en dos empleos distintos, por lo que no solo descuidé mi alimentación y comía cualquier porquería en la calle, sino que además me saltaba comidas, no dormía bien y estaba siempre estresada. Llegó un momento en que adelgacé demasiado, me veía muerta en vida y no me reconocía a mí misma.
Cuando en Argentina ya se asomaban rumores de una posible cuarentena, por alguna razón o impulso, decidí comprar un kit para entrenar casa: un par de mancuernas, una pesa rusa, una colchoneta, entre otras cosas. Sabía que los gimnasios iban a cerrar y que esto iba para largo, me alegra haber escuchado a mi instinto porque luego todo lo deportivo se puso extremadamente costoso y me alegra haber conseguí esas cosas a buen precio.
Ya entrada la cuarentena, pude descansar y empezar a reencontrarme conmigo misma. Como ahora tenía tiempo para cocinar decidí armarme una dieta basada en mis necesidades: aumentar masa muscular. Comencé a entrenar de lunes a sábados haciendo los live de Instagram de Silvy Araujo (la recomiendo muchísimo, me ha cambiado la vida) con mi pequeño equipo que he ido armando con el pasar de los meses.
Y finalmente aquí estamos, cinco meses después en donde he visto cambios positivos no solo física sino también mentalmente. He aumentado de peso, pero de forma controlada y me he vuelto sumamente disciplinada con la alimentación que se ha vuelto para mí, un estilo de vida que me ha hecho mucho más feliz. Porque cuando cambias a una vida más saludable, no solo es el hecho de verte bien físicamente, sino de sentirte bien. De repente tienes más energía para trabajar, te concentras mejor en tus estudios, duermes mejor, ya no sufres tantos ataques de ansiedad (al menos en mi caso) y tu autoestima comienza a sanar. Hay personas que creen que llevar una vida fitness es dejar de comer y ser infeliz o amargado: todo lo contrario, te aseguro que nunca te vas a sentir mejor en tu vida y más orgulloso de ti.
Mi alimentación se basa en una dieta hipercalorica, es decir, para aumentar masa muscular debes consumir más calorías de las que quemas. Pero estas deben venir de alimentos que sean nutritivos y que, además, te aporten lo necesario para construir musculo.
Para esto procuro que en casi todas mis comidas siempre estén presentes los 3 macronutrientes; proteína (animal para mí, pero si eres vegano las puedes obtener de otras fuentes como legumbres o suplementos), carbohidratos complejos de bajo impacto glucémico (papa, batata, banana, pasta integral o arroz) y grasas saludables (aguacate, aceite de oliva, frutos secos). Además, también procuro acompañar siempre con alguna ensalada o vegetales salteados para agregar los micronutrientes que te van a ayudar en tu proceso y que contienen las vitaminas y minerales que tu cuerpo necesita.
Como unas 5 veces al día dejando un espacio de entre 3 y 4 horas entre comida. Tomo sólo agua y de vez en cuando una Coca Cola Zero si un fin de semana me provoca una hamburguesa o una pizza. Disminuí el consumo de leche de vaca porque a mí en lo personal siento que ralentiza mi proceso para definirme y en su lugar consumo leche de almendra o coco. Pero si a ti no te gustan esas opciones, prueba con una leche que sea descremada y sin lactosa. Disminuí el azúcar y endulzo el café o algunas recetas con Stevia o miel. Mi pan lo hago yo misma con una receta súper rápida y rica que tengo, ya que los que venden en el supermercado suelen mezclarlos con harina refinada para reducir costos, por lo que no es 100% integral. Lee siempre la etiqueta de atrás de lo que estas consumiendo, no te dejes llevar por el marketing si algo dice: integral, light u orgánico.
De snacks me tomo un batido de proteína, fruta con frutos secos o galletas de arroz inflado con hummus es una opción que me gusta mucho. Por suerte siempre he sido más de picar cosas saladas por lo que no tuve que dejar de comer galletas o postres, porque nunca realmente he sido de comer esas cosas. Si a veces me provoca un dulcito me gusta tener por ejemplo algún budín saludable que yo misma haya hecho, como pan de banano o me como una rebanada de pan integral con mermelada sin azúcar.
¿Te das cuenta que solo uso la palabra disminuir? Porque es casi imposible (a menos que tengas una condición médica que lo requiera) eliminar un alimento del todo. No tienes que dejar de comer postres o eliminar completamente el refresco de tu vida, solo debes encontrar un equilibrio de tal modo que no sea parte de tu día a día. Puedes usar la regla del 80/20 que aprendí de Sascha Fitness (mi segunda guru del fitness): el 80% del tiempo comes saludable y te cuidas. El otro 20% te das todos los gustos que desee. La comida también es un placer y hay que disfrutar la vida.
Entreno de lunes a sábado con los en vivo de Silvy Araujo que hace todos los días a las 10:00 a.m hora Colombia. Ella me ha enseñado que solo necesitas voluntad y que incluso puedes hacer pesas endógenas en tu casa con botellas llenas de agua. Solo se necesita disciplina y ganas de tener un cambio en tu vida.
Sus entrenamientos se dividen en las diferentes partes del cuerpo que se desea trabajar, para no repetir dos días seguidos los mismos músculos y dejarlos descansar, cosa que es sumamente importante para que se regeneren y, por ende, crezcan.
Lunes: entrenamos bíceps, hombro y pecho. Terminamos con un circuito de cuatro ejercicios de abdominales. Los días de tren superior se complementan con trabajar los abs.
Martes: glúteos y piernas enfocado en los cuádriceps. Luego hacer mínimo 6 ejercicios en supersets terminamos con un finisher para terminar de llevarnos al límite.
Miércoles: ejercitamos tríceps y espalda. Nuevamente terminamos con un circuito para trabajar los abdominales.
Jueves: Glúteos y piernas enfocado en femorales
Viernes: cardio hit más un circuito de abdominales. Muchas veces esta clase me la salto porque generalmente ya estoy muy cansada para este punto de la semana, trato de escuchar a mi cuerpo y lo hago o no, dependiendo de cómo me sienta.
Sábados: clase enfocada únicamente en glúteos
Domingo: descansamos y nos regalamos un cheat meal (comida trampa) en donde nos premiamos por todo el esfuerzo de la semana. Yo hago a veces dos cheat meal en la semana.
Espero que estos pequeños consejos te hayan servido para comenzar una vida más sana y equilibrada, sin embargo, recuerda siempre leer con ojo crítico todo lo que miras o lees en internet en cuanto a temas de salud y alimentación. Consulta siempre con un nutricionista o alguien que haya estudiado para esto. También te aconsejo mantenerte actualizado con los últimos estudios oficiales sobre alimentación y ejercicio.
Recuerda que esto es un proceso lento, y los cambios tardan en llegar, pero llegan si eres constante y disciplinado. Disfruta el camino y no te desesperes, pero, sobre todo, si quieres cambiar, hazlo por ti. No para complacer a los demás o por querer encajar en estereotipos sociales, hazlo por amor propio y para poder demostrarte a ti misma/a que puedes conseguir todo lo que te propongas. Nos leemos en uno próximo post, un abrazo.
Instagram: @alejandrairiza
Twitter: @alejandrairiza